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¿Por qué no puedes recordar nada antes de los 3 años? ¡La impactante verdad detrás del mecanismo de olvido de tu cerebro!

¿Alguna vez te has preguntado por qué no puedes recordar tu primera infancia?

Todos hemos oído decir: la mayoría de los niños no pueden recordar gran parte de su vida antes de los 3 años. Piense en su propia infancia: ¿cuántos recuerdos claros tiene de esos primeros años? Y cuando le preguntas a un niño pequeño sobre sus recuerdos, a menudo responde con una mirada en blanco o un “¡No lo recuerdo!”.

Por ejemplo:

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  • Coger un gatito, un cachorro o un ganso y arrancarle accidentalmente un trozo de pelaje;
  • Tener miedo cuando mamá se puso una mascarilla;
  • Quedarse dormido a mitad de una comida;

Incluso si les muestras fotos de esa época, es posible que aún te miren y digan: “¿En serio? ¡No lo recuerdo!”

Entonces, ¿el cerebro realmente borra todos esos primeros recuerdos? ¿Por qué sucede esto?

Amnesia infantil: por qué olvidamos nuestros primeros años

En términos científicos, este fenómeno se conoce como amnesia infantil, que se refiere a la incapacidad de recordar acontecimientos de los primeros 2-3 años de vida. Incluso los recuerdos de los niños de 3 a 7 años tienden a estar fragmentados. ¿Pero por qué lo olvidamos?

Los científicos aún no tienen todas las respuestas, pero existen varias teorías.

Una teoría es que el cerebro de los niños no está lo suficientemente desarrollado como para retener recuerdos a esa temprana edad.

El hipocampo es el área del cerebro principalmente responsable de la memoria. Convierte experiencias e imágenes en recuerdos a largo plazo. Sin embargo, antes de los 3 años, el hipocampo aún está inmaduro y no puede funcionar correctamente. Alrededor de los 4 años, comienza a desarrollar la capacidad de almacenar recuerdos a largo plazo. Antes de esto, los recuerdos son dispersos e inestables.

Otra teoría es que los sistemas visuales de los niños pequeños están subdesarrollados, lo que les dificulta formar recuerdos claros. Dado que el hipocampo depende en gran medida de la información visual para formar recuerdos, a los niños les resulta más difícil recordar cosas hasta que su vista madura. Los bebés no ven con claridad al nacer y tienen dificultades para distinguir los colores, lo que dificulta su capacidad de formar recuerdos duraderos.

Además, antes del año de edad, los niños no tienen sentido de autoconciencia, lo que interfiere con la formación de la memoria. Sin la capacidad de distinguirse de los demás, es imposible recordar experiencias personales. Antes de desarrollar habilidades lingüísticas, los niños pequeños tampoco tienen un concepto de tiempo, como “antes” o “después”. Incluso si ven imágenes, les resulta difícil recordar y almacenar esos momentos.

En el centro de todos estos mecanismos hay un concepto clave: el olvido.

Olvidar por un cerebro más eficiente

El cerebro humano es increíblemente poderoso y, en lo que respecta al número de neuronas, alcanza su punto máximo al nacer. El cerebro de un recién nacido contiene alrededor de 100 mil millones de neuronas, lo que lo convierte en la configuración más avanzada que jamás haya tenido.

La memoria no depende sólo del número de neuronas, sino también de las conexiones entre ellas. Desde el momento en que nace un bebé, su cerebro comienza a absorber rápidamente información sensorial a un ritmo sorprendente:

  • Sentir luz en los ojos y distinguir colores;
  • Escuchar los sonidos de las tareas de la cocina como picar o lavar verduras;
  • Moviendo sus manitas para agarrar la comida y llevársela a la boca.

Cuando un bebé cumple 2 años, su cerebro ha creado una red increíblemente densa de conexiones sinápticas, como una red de ramas de memoria. Sin embargo, tener demasiadas sinapsis no siempre es beneficioso. Si el cerebro se sobrecarga con demasiada información, puede desorganizarse. Imagine un teléfono inteligente con más de 100 aplicaciones ejecutándose a la vez: todo se ralentiza y el teléfono tiene dificultades para funcionar de manera eficiente.

De manera similar, el cerebro puede verse saturado con demasiada información. Esto crea un proceso de recuperación lento y dificultad para concentrarse. Así, el cerebro inicia un proceso de limpieza interna para mejorar la eficiencia: olvidando conexiones innecesarias y preservando las importantes.

A medida que el cerebro madura, continúa agregando nuevas sinapsis (ramas de la memoria) y elimina las antiguas, lo que genera redes de memoria más claras y enfocadas. Cuando un niño cumple 2, 4 y 6 años, sus redes neuronales son mucho más simples y refinadas.

A pesar de esto, algunos recuerdos tempranos, como experiencias emocionales o hitos clave del desarrollo, se mantienen intactos, codificados en las estructuras más profundas del cerebro y se transmiten como un legado genético.

Algunas cosas nunca se olvidan

Si bien es posible que no recordemos eventos específicos de la primera infancia, algunas sensaciones y sentimientos permanecen profundamente arraigados en nuestro cuerpo:

  • Las habilidades motoras que se aprenden al caminar y andar en bicicleta se almacenan en el cerebelo y los ganglios basales;
  • Las experiencias de lesión o peligro, como el miedo al agua o a las alturas, se guardan en la amígdala;
  • Las interacciones llenas de ternura y cuidado construyen una base de confianza y seguridad.

La forma en que un niño interactúa con sus cuidadores y el afecto que les muestra ayuda a moldear su sentido de confianza, seguridad y confianza en sí mismo. Incluso si los recuerdos específicos se desvanecen, estas experiencias emocionales y creencias fundamentales permanecen arraigadas.

El amor perdura, incluso cuando los recuerdos se desvanecen

Con el tiempo, los niños adquieren su personalidad y se vuelven más resilientes, curiosos y deseosos de explorar el mundo. El amor y el cuidado que recibieron en esos primeros años, aunque olvidados, seguirán guiándolos y moldeándolos. Y cuando finalmente se conviertan en padres, es posible que se den cuenta de cuán profundamente fueron amados durante esos primeros años, incluso si no recuerdan los momentos específicos.

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