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¡Increíble! Un toque suave desbloquea el potencial completo del cerebro y el cuerpo de tu hijo.

La investigación revela que una acción pequeña y aparentemente insignificante puede tener efectos profundos en el desarrollo del cerebro y el cuerpo de un niño. ¿Cuál es este gesto mágico? El toque suave. Ya sea acariciando las pequeñas manos y pies de tu hijo o aplicando loción después del baño, cualquier contacto directo y tierno con la piel de tu hijo se considera un toque suave.

Pero, ¿puede algo tan simple realmente proporcionar beneficios tan notables? La ciencia dice que sí. El toque suave no solo transmite amor, sino que también juega un papel crucial en el desarrollo cerebral y físico de un niño. Exploremos por qué este “toque mágico” es tan esencial.

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Toque Suave: Un Catalizador para el Desarrollo del Cerebro y el Cuerpo

El momento en que nace un bebé, a menudo vemos la conmovedora escena del recién nacido siendo colocado sobre el pecho de su madre. Este contacto piel con piel ofrece una experiencia sensorial esencial para los bebés y actúa como un catalizador para el desarrollo cerebral.

El Dr. Meltzoff de la Universidad de Washington realizó estudios sobre cómo el tacto afecta la actividad cerebral de los bebés. Sus hallazgos revelan que cuando la mano de un bebé es acariciada suavemente, su corteza somatosensorial —la parte del cerebro responsable de procesar el tacto— se activa. Curiosamente, incluso cuando los bebés observan a otros siendo tocados, su corteza somatosensorial responde.

Esto significa que tanto “experimentar el tacto” como “observar el tacto” envían señales al cerebro de un bebé. Cuanto más frecuente sea el contacto piel con piel, más fuertes y frecuentes serán estas señales, promoviendo el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso. Esta estimulación basada en el tacto también apoya las funciones de equilibrio y coordinación del cerebro y el cerebelo.

Pero los beneficios no se detienen en el desarrollo cerebral. El contacto suave prolongado tiene un efecto notable en el crecimiento físico. Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami encontró que los bebés prematuros que recibieron 45 minutos de contacto suave y ejercicios pasivos diariamente durante solo 10 días mostraron mejoras significativas. En comparación con aquellos que no recibieron el mismo cuidado, estos bebés ganaron más peso, tuvieron mejores indicadores de salud y fueron dados de alta del hospital en promedio seis días antes.

En esencia, este simple gesto moldea el cerebro de un niño, nutre su crecimiento e incluso fortalece su cuerpo de maneras asombrosas.

Cómo el toque suave reduce el estrés y libera oxitocina

¿Por qué el toque suave tiene efectos tan profundos?

Los primeros meses después del nacimiento son cruciales para establecer confianza, seguridad y bienestar emocional. Durante este período, el sistema táctil juega un papel indispensable en el desarrollo del bebé. El contacto con la piel, ya sea mediante caricias suaves, masajes o abrazos, provoca cambios físicos inmediatos. Estimula el sistema sensorial del bebé, ayudando al crecimiento del cerebro y del cuerpo.

Además, el toque suave promueve la liberación de oxitocina en el cerebro del bebé. Conocida como la “hormona del amor” o “hormona del abrazo”, la oxitocina crea una sensación de bienestar, fortalece el vínculo entre padres e hijo, y fomenta un apego seguro.

La oxitocina también reduce los niveles de cortisol, lo que ayuda a aliviar el estrés y calmar al bebé. Numerosos estudios muestran que el contacto piel con piel proporciona suficiente estimulación para que los bebés se sientan seguros, reduciendo el llanto y la inquietud. Los bebés que experimentan un toque regular también duermen más profundamente y durante períodos más largos, fomentando un crecimiento más saludable.

Un toque suave, por lo tanto, es mucho más que una acción reconfortante; es una poderosa manera de transmitir amor y apoyo incondicionales.

¿Qué pasa si tu hijo crece y rechaza el contacto? ¡Opta por abrazos suaves!

A medida que los niños crecen, pueden parecer menos receptivos al tacto. ¿Qué pueden hacer los padres entonces? ¡Sustituyan las caricias suaves con abrazos cálidos!

Todas las formas de contacto físico íntimo pueden calmar a un niño, pero un “abrazo suave” es particularmente efectivo. Un estudio realizado por la Universidad de Tokio probó diferentes posiciones de sujeción: acunar, abrazar y sostener firmemente. Los resultados mostraron que los bebés mayores de cuatro meses experimentaron el mayor efecto calmante cuando eran abrazados suavemente, con una disminución significativa de su ritmo cardíaco.

Esto significa que, aunque cualquier forma de cercanía física puede consolar a un niño, los abrazos suaves son los más efectivos para proporcionar una sensación de seguridad. Después de momentos de conflicto o frustración, un cálido abrazo sirve como un recordatorio para tu hijo: “Incluso cuando no estamos de acuerdo, mi amor por ti sigue siendo inalterable.”

El Poder Curativo del Tacto para Padres e Hijos Por Igual

Los abrazos y el contacto físico no solo benefician a los niños, también son curativos para los padres. Investigaciones de los Países Bajos muestran que la cercanía física, como abrazar o acariciar, reduce el dolor y alivia el estrés, la ansiedad y la depresión tanto en niños como en adultos.

Imagina llegar a casa agotado después de un largo día de trabajo, solo para ser recibido por tu hijo con un cálido abrazo. ¿Hay algo más terapéutico? Para ambos, padres e hijos, los abrazos proporcionan un momento de calma en el caos de la vida, un momento para recargar y conectar.

Conclusión: Un gesto sencillo pero profundo

El poder del toque suave radica en su simplicidad. Desde moldear el desarrollo cerebral hasta reducir el estrés y construir vínculos emocionales, este pequeño gesto crea beneficios duraderos. Ya sea una caricia tierna o un abrazo cálido, estos momentos de conexión física están profundamente arraigados en nuestra naturaleza. No solo son beneficiosos para los niños, sino que también son una fuente de alegría y sanación para los padres.

Así que, la próxima vez que estés con tu hijo, no subestimes la magia de un simple toque o abrazo. Estos momentos fugaces tienen el poder de nutrir, consolar y sanar. Todo lo que se necesita es un toque para marcar una gran diferencia.

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