En el vasto universo de bebidas extrañas, el Ttongsul de Corea (vino de heces fermentadas) se destaca como un agujero negro de extremos culinarios, destrozando la inocencia de cualquiera que se atreva a probarlo.
Mientras que algunas bebidas pueden hacerte sentir como si estuvieras volando, el Ttongsul te lleva a alturas donde cuestionas cuánto tiempo pueden sobrevivir tus papilas gustativas en el abismo. El líquido marrón descansa en la botella como un elixir raro, pero al abrirla, un aroma punzante asalta tus sentidos, evocando recuerdos de historias olvidadas y arrepentimientos antiguos.
Puede que hayas probado licores fuertes, vinos medicinales a base de animales o incluso bebidas de yogur fermentado, pero el Ttongsul es la prueba definitiva tanto para tu paladar como para tu fortaleza mental. Desafía no solo tus papilas gustativas, sino también tu percepción de los límites de la civilización humana.
Una experiencia memorable
El Ttongsul es una experiencia que deja una impresión duradera, tanto física como mentalmente. La mayoría de los turistas de habla inglesa, al probarlo por primera vez, exclamarán instintivamente: “¡Oh, mierda!”.
La reacción estándar implica tomar un sorbo, abrir los ojos de par en par por la sorpresa, cubrirse la boca y correr a la ventana más cercana para vomitar. Sin embargo, la parte más devastadora no es el sabor inicial, sino el regusto persistente que te persigue durante horas.
El olor permanece en tu boca toda la noche, como si los escarabajos peloteros se arrodillaran a tu lado al amanecer, proclamándote su rey: “¡Mi honor, mi rey!”.
El encuentro de una periodista japonesa
La periodista japonesa Chiyo, intrigada por las historias del Ttongsul, viajó a Corea para experimentarlo de primera mano. Tan pronto como el líquido tocó sus labios, su expresión cambió de curiosidad a horror: “¿Qué estoy bebiendo? ¿Es este el legendario vino de heces?”.
Se atrevió a probar solo un pequeño sorbo, que la dejó temblando y al borde de las lágrimas: “Esto… ¡esto realmente son heces! ¡No puedo beber más!”.
Aunque solo consumió un sorbo, su crítica fue implacable. Tosiendo, se dirigió a la cámara: “El sabor es como el de alguna criatura antigua sacada de las profundidades del océano, muerta hace mucho tiempo”.
Su descripción poética reflejó las experiencias de los turistas occidentales, todos unidos por la maldición del regusto persistente del Ttongsul.
Perspectivas coreanas sobre el Ttongsul
Los locales en Corea están divididos respecto al Ttongsul: algunos lo evitan instintivamente, mientras que otros lo veneran como una tradición cultural y medicinal.
Las generaciones mayores suelen afirmar: “Beber Ttongsul es bueno para la salud”. A pesar de que la medicina moderna ofrece alternativas, los tradicionalistas creen que fortalece los huesos, mejora la circulación y aumenta la vitalidad.
“Debes superar la barrera psicológica para apreciar realmente su profundidad”, dicen. “El primer sorbo es doloroso, pero el regusto es tan profundo como el río Namhan”.
La elaboración del Ttongsul
El Ttongsul es más que una simple mezcla de arroz y heces de niños; es un enigma cultural. Sus orígenes se remontan a la dinastía Joseon, donde era venerado como un vino medicinal que se decía curaba tumores, fortalecía los músculos e incluso ahuyentaba a los espíritus malignos.
El proceso de producción es tan intrincado que parece obra de un entusiasta de las aguas residuales. El ingrediente principal son las heces de niños de 4 a 7 años, que se cree que son menos olorosas y más puras que las de los adultos. Para garantizar la seguridad, a los niños se les administra previamente medicamentos antiparasitarios.
Las heces se fermentan en agua durante 24 horas, luego se mezclan con arroz glutinoso, levadura y otros ingredientes. La mezcla se sella bajo mantas y se fermenta a 30-37°C, simulando un tanque séptico en miniatura.
La verdadera prueba del éxito llega en el momento en que se abre la botella, liberando un olor tan potente que podría desorientar incluso a la mosca más decidida.
El papel cultural del Ttongsul
A pesar de que la mayoría de los coreanos se estremecen al mencionar el Ttongsul, ocupa un lugar único en ciertas subculturas. No es solo un vino medicinal, sino un ritual, un desafío para los valientes. Algunos creen que purifica el alma y cura males modernos como la ansiedad, el insomnio e incluso la impotencia masculina.
Como dijo un entusiasta del Ttongsul: “El Ttongsul es como un vino fino: sorbo, no trago. El primer sabor es doloroso, pero el regusto trae una sensación de pérdida espiritual”.
Sus efectos son igualmente intensos. Algunos describen el sabor inicial como vino de arroz dulce, pero el regusto se siente como ser perseguido por un recuerdo inquietante. Si alguna vez has encontrado un sabor que preferirías olvidar, el Ttongsul se asegura de que permanezca en cada rincón de tu boca.
El Ttongsul en tiempos modernos
El Ttongsul ha desaparecido en gran medida de los bares coreanos convencionales, convirtiéndose más en una leyenda olvidada. Sin embargo, ocasionalmente resurge en documentales y desafíos de comida extraña, sirviendo como una reliquia cultural y un símbolo de tradición.
En los últimos años, la fascinación de Corea por las heces ha tomado otras formas, como chocolates con forma de excremento que se han convertido en souvenirs populares. Históricamente, la salud de los reyes coreanos se evaluaba a través de sus heces, y los museos modernos incluso presentan esculturas de figuras famosas como Buda, Jesús y Eva sentados en inodoros, simbolizando la fusión cultural.
Como dijo un periodista entre lágrimas después de probar el Ttongsul: “Antes de beberlo, piensas que la vida tiene muchos desafíos. Después de beberlo, te das cuenta de que el verdadero desafío acaba de comenzar, y la vida, tal como la conocías, ha terminado”.