Recientemente, el Bangkok Post reportó una escalofriante historia que conmocionó al público:
Un templo budista en la provincia tailandesa de Kamphaeng Phet fue descubierto ocultando al menos 73 cadáveres. Según los informes, estos cuerpos se usaban para “entrenar” a monjes en prácticas de meditación. Lo que resulta aún más inquietante es que el templo también tenía un estanque de cocodrilos con más de 600 ejemplares…
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El descubrimiento inicial
La saga comenzó hace cinco días cuando la policía de Kamphaeng Phet recibió una denuncia sobre un templo que posiblemente realizaba “sesiones espirituales” o prácticas sospechosas. Al llegar al lugar, los agentes quedaron atónitos al encontrar 12 cuerpos dentro del recinto.
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Al principio, esto generó muchas sospechas. Pero tras una investigación más profunda, la policía descubrió que los cuerpos pertenecían a monjes fallecidos. Esto llevó a concluir que se trataba de un malentendido.
Ampliando la investigación
Sin embargo, la historia no terminó ahí. Debido al clamor público, la policía tailandesa comenzó a investigar otros templos y centros de meditación. Para su horror, descubrieron algo aún más aterrador.
El hallazgo ocurrió en la provincia norteña de Phetchabun, en el distrito de Pho Thale, Ban Noi. El 22 de noviembre, las autoridades allanaron un conocido templo, Thiphaksong Pa Sangnayatham, ubicado en lo profundo de un bosque tranquilo.
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Una revelación terrorífica
Este templo, cuyo nombre se traduce aproximadamente como “El bosque del sagrado Dharma de los monjes”, se creía un retiro pacífico para meditar y practicar espiritualidad. Sin embargo, durante la investigación, la policía encontró 41 cuerpos sin identificar en su interior.
El templo, que abarca más de 16,000 metros cuadrados, fue descrito como un santuario sereno. Sus amplias áreas de meditación y cuatro restaurantes atendían a practicantes y turistas. Pero lo más perturbador fue el descubrimiento de varios pabellones de meditación de bambú.
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En cada pabellón, la policía halló 4-5 ataúdes con un cadáver dentro.
Estos siniestros pabellones estaban a menos de 500 metros de donde los monjes realizaban sus rituales. Además, dentro del recinto se encontró un enorme estanque de cocodrilos, cercado y alejado de visitantes. Según informes, el estanque albergaba 600 cocodrilos y se usaba como “pozo de los deseos“.
Una explicación perturbadora
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Al profundizar en el misterio, el monje principal explicó que los cuerpos habían sido donados por seguidores, con certificados de defunción y documentos legales.
Según él, los restos formaban parte de una práctica que innovó para ayudar a los monjes a superar el miedo a la muerte. Meditar cerca de cadáveres, argumentó, les permitiría confrontar la impermanencia de la vida y profundizar su práctica espiritual, fortaleciendo tanto su valor como su percepción espiritual.
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Sin embargo, al ser interrogado, el monje desconocía si esta práctica se había adoptado ampliamente.
Investigación extendida
Impactados, las autoridades investigaron otro templo vinculado: Wat Pa Sivilai, donde hallaron 32 cadáveres más. El monje principal admitió que la mayoría eran seguidores fallecidos cuyas familias autorizaron los rituales. Evidentemente, ambos templos usaban cadáveres en prácticas de meditación.
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Dilema ético
La policía suspendió las operaciones en ambos templos y verificó los documentos legales de los cuerpos. También investigó si las donaciones fueron voluntarias o involucraron coerción.
Un representante de la Oficina Nacional de Budismo de Tailandia admitió haber presenciado la práctica años atrás sin considerarla inusual, aunque desconocía su alcance. Reconoció que, si las donaciones eran legales, la práctica podría no ser ilegal. Pero persistía la pregunta: ¿Esto alinea con los principios budistas?
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Enseñanzas budistas sobre la muerte
En el budismo, contemplar la muerte se considera clave para el crecimiento espiritual. Sin embargo, usar restos humanos genera cuestiones éticas. Si hubo engaño o coerción, violaría la ética budista, que enfatiza compasión y respeto por la vida.
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Conclusión: Un dilema moral complejo
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Mientras continúa la investigación, persisten las dudas sobre si estas prácticas respetan la dignidad de los fallecidos y los principios del budismo. Aunque podrían ser legales con consentimiento, cuestionan si armonizan con enseñanzas que valoran la vida y decisiones éticas.
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Esta perturbadora historia recuerda la complejidad de las tradiciones religiosas y cómo prácticas cuestionables pueden ocultarse tras el desarrollo espiritual.