El 19 de agosto de 1980, ocurrió un impactante desastre aéreo. Aquella tarde, el Vuelo 163 de Saudia, habiendo superado todas las revisiones previas al vuelo, estaba lleno de pasajeros emocionados listos para el despegue.
Un vuelo rutinario se convierte en mortal
El avión aceleró suavemente y despegó. Inicialmente, había alegría y calma en la cabina. Sin embargo, esto duró poco. Solo seis minutos después del despegue, mientras aún ascendía, sonó la alarma de incendio. La tripulación descubrió rápidamente que había un incendio en la bodega de carga y activó el sistema de supresión de incendios. Lamentablemente, los extintores no lograron apagar las llamas, que continuaron extendiéndose.
Un aterrizaje suave, pero sin escape
Por la seguridad de todos, el piloto decidió regresar. Informó a la torre de control sobre el aterrizaje de emergencia, y el vuelo 163 aterrizó con seguridad en el aeropuerto de Riad. Sin embargo, extrañamente, el piloto no frenó, ni abrió las puertas ni apagó los motores. Era como si el avión estuviera controlado por una fuerza invisible, y continuó avanzando. 
Los minutos cruciales
Los equipos de emergencia del aeropuerto estaban listos. Esperaron a que el avión dejara de moverse y se abrieran las puertas para comenzar el rescate y combatir el fuego. Tras unos 2 minutos y 40 segundos, el avión finalmente se detuvo, pero los motores seguían funcionando. Durante otros 3 minutos y 15 segundos, los motores continuaron operando. Solo después de una larga espera, finalmente se apagaron.
Un descubrimiento horroroso
Los rescatistas corrieron hacia la aeronave, esperando abrir las puertas y rescatar a los ocupantes. Pero las puertas se habían deformado por el intenso calor, haciéndolas imposibles de abrir. Tras 23 minutos difíciles, lograron abrirlas. Lo que vieron fue escena devastadora: el techo del avión estaba calcinado, y los pasajeros estaban amontonados cerca de las salidas. Todos habían fallecido.
Preguntas sin respuesta
Este “vuelo fantasma” estuvo lleno de detalles extraños y preguntas sin resolver. Si los pasajeros murieron durante el vuelo, ¿cómo aterrizó el avión tan suavemente? Y si hubo supervivientes, ¿por qué nadie salió? La realidad era aterradora: cuando el avión tocó tierra, el humo y las llamas ya se habían extendido rápidamente por toda la cabina.
Pánico y una decisión fatal
En el Vuelo 163, la tripulación no pudo calmar efectivamente a los pasajeros. El pánico se apoderó de todos. Los pasajeros se apiñaron en la parte delantera tratando de escapar del denso humo. Si el avión se hubiera detenido de inmediato y abierto las puertas, quizás todos habrían sobrevivido.
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