La historia del “niño de dos cabezas de Bengala” es trágica, llena de fascinación y explotación. Nacido en 1783 en la aldea de Mondurgate en Bengala Occidental, India, este niño padecía una condición extremadamente rara llamada craniópago parásito. Esta condición causó que una segunda cabeza completamente formada estuviera unida a la suya en la parte superior del cráneo. Hoy, su cráneo se exhibe en el Museo Hunteriano de Londres, donde sirve como un inquietante recordatorio de su corta y problemática vida.
El nacimiento del niño de dos cabezas
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El nombre real del niño se ha perdido en la historia, pero su historia fue documentada por Everard Home en su artículo de 1790 “Relato de un niño de dos cabezas”. Nació el 23 de mayo de 1783 cerca de Kolkata (entonces Calcuta), de padres empobrecidos, Hannai y Nooki. Cuando la partera vio al niño con dos cabezas, quedó tan horrorizada que casi lo mata.
Aparte de la segunda cabeza, que estaba completamente formada con ojos, nariz, boca y un pequeño muñón carnoso que se asemejaba a un durazno como cuello, el resto del niño estaba sano. La segunda cabeza estaba unida al revés, mirando hacia la coronilla del niño. Home describió la reacción de la partera en su relato: “La partera, impactada por la extraña apariencia del niño, intentó arrojar al bebé al fuego para destruirlo. El niño permaneció en el fuego el tiempo suficiente para que un ojo y una oreja de la segunda cabeza sufrieran graves quemaduras”.
A pesar del grave daño en un ojo y una oreja, Home observó que el otro ojo parecía normal. Sin embargo, reaccionaba débilmente a los objetos en movimiento, con la pupila contrayéndose levemente ante la luz brillante. La oreja fue descrita como un “pliegue suelto de piel”. La mandíbula de la segunda cabeza era mucho más pequeña de lo normal, y su lengua estaba mayormente pegada a la mandíbula inferior, con solo la punta moviéndose libremente.
Una vida de exhibición
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Al darse cuenta de que la apariencia inusual de su hijo podía usarse para ganar dinero, Nooki y Hannai decidieron exhibirlo al público. Lo paseaban por Kolkata mostrándolo a curiosos espectadores, similar a los espectáculos de fenómenos de circo posteriores. Normalmente cubrían al niño con tela, permitiendo solo que los clientes pagadores lo vieran. Esto pudo contribuir a su apariencia delgada y enfermiza.
Según Home, el niño falleció repentinamente en 1785 a los dos años. Sin embargo, existe otra versión que afirma que murió a los cuatro años. Una versión indica que cuando su madre regresó a casa tras buscar agua, lo encontró muerto por la mordedura de una cobra. Sin embargo, este no fue el final de su historia.
Profanación y curiosidad científica
La familia vivía cerca del río Rupnarayan en Tamluk, en una propiedad del Sr. Dent, un comerciante de sal de la Compañía de las Indias Orientales. Tras enterrar a su hijo junto al río, Dent se interesó por el cuerpo. A pesar de la negativa de los padres, desenterró la tumba y diseccionó el peculiar cuerpo del niño.
<!– wp:image {"id":24454,"sizeExamen científico
El cráneo fue rápidamente estudiado por algunos de los médicos más renombrados de Gran Bretaña. Descubrieron que las dos cabezas compartían una cavidad craneal común pero no estaban separadas por ningún hueso. Aunque Dent había eliminado gran parte del tejido blando durante la disección, especularon que los dos cerebros podrían haber estado conectados a través de vasos sanguíneos y nervios. El trabajo de Home incluía un dibujo basado en un retrato encargado por Dent meses antes de la muerte del niño.
El cráneo fue conservado por el famoso cirujano y anatomista John Hunter, quien posteriormente lo incluyó en su colección del Hunterian Museum en Londres. Se convirtió en uno de los especímenes extraños e inusuales del museo, representando un fenómeno médico raro.
Craniopagus Parasiticus
El craniopagus parasiticus es una forma extremadamente rara de gemelo parásito, y solo diez casos han sido registrados en la historia. De estos, solo cuatro sobrevivieron después del nacimiento. El niño de dos cabezas de Bengala sigue siendo el primer caso conocido. Hoy, su cráneo sirve como un escalofriante recordatorio de la naturaleza extraordinaria pero trágica de su vida.