Introducción: La presencia global de Bangladesh es casi invisible
Cuando la gente piensa en Bangladesh, quizás imagine conceptos vagos como “superpoblación”, “pobreza” y “lejanía”. Estos son los estereotipos que muchos tienen, incluyéndome a mí antes de un viaje de negocios en 2018. La empresa inicialmente planeaba enviar a una colega femenina, pero quedó abrumada por el impacto del entorno. En días, estaba llorando y suplicando ser evacuada. Así que me enviaron a mí como reemplazo.
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Después de tres meses, regresé con 10 kilos menos y una mente llena de historias. Permítanme guiarlos por mi experiencia y explicar por qué la presencia global de Bangladesh se siente tan mínima, aunque su impacto es profundo.
Primeras impresiones: Un comienzo difícil en el aeropuerto de Dhaka
Al llegar al aeropuerto más grande de Bangladesh en Dhaka, me recibió una experiencia lejos de los estándares modernos. El aeropuerto, más parecido a una terminal de autobuses provincial, bullía de gente. Afuera, un grupo de personas ociosas se congregaba, observando a cada extranjero con miradas que parecían decir: “Bienvenido, date prisa en darnos dinero”.
Llegando al hotel: Un viaje caótico
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La situación no mejoró al salir del aeropuerto. El tráfico era una mezcla de taxis, rickshaws, carretas tiradas a mano e incluso carros de bueyes. No había semáforos, y todos parecían pelear por espacio. En las calles, montones de basura se esparcían, y algunas personas orinaban abiertamente en las aceras.
El aire combinaba polvo, basura y aguas residuales, creando un olor singularmente “bangladesí”. Dhaka es famosa por sus embotellamientos, y tras ver el caos, confirmé que es una de las ciudades más congestionadas del mundo.
La realidad cotidiana: Apagones y paciencia
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En Bangladesh, la infraestructura básica es gravemente deficiente. Los apagones son comunes, ocurriendo día o noche sin aviso. Una vez, estando en un ascensor, todo se oscureció. El elevador se detuvo. Un anciano local me palmeó el hombro con calma: “No te preocupes, esto pasa siempre, pronto volverá la luz”.
La paciencia local era admirable. Su capacidad para mantener la calma en tales condiciones merecía respeto.
Sobrepoblación y subdesarrollo: Un país de pobreza extrema
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Con solo 147,000 km² de territorio, Bangladesh alberga 160 millones de personas. Tiene una de las densidades poblacionales más altas del mundo. Más del 60% trabaja en agricultura, pero las oportunidades escasean. Un limpiador típico gana unos 800 RMB mensuales, apenas suficiente para subsistir.
La situación en campos de refugiados es peor. Bangladesh alberga el mayor campo de refugiados del mundo, donde más de un millón de personas se hacinan en áreas reducidas sin acceso a agua limpia, electricidad o saneamiento. Allí, cientos comparten un solo baño, y muchos caminan descalzos entre calles llenas de aguas residuales.
La abismal brecha de riqueza
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Bangladesh tiene una brecha de riqueza impactante. Por un lado, los pobres sobreviven en casas deterioradas o duermen en calles. Por otro, los ricos viven en villas lujosas con choferes, sirvientes y seguridad, disfrutando aire acondicionado de centros comerciales cercanos.
Recuerdo caminar por un callejón estrecho y sucio, para encontrar al final un hotel cinco estrellas. El contraste entre el exterior y sus jardines frondosos, piscinas y parques acuáticos era impactante.
El estilo de vida callejero de la juventud
Un panorama común en Bangladesh son jóvenes sentados en esquinas sin hacer nada. Al principio pensé que descansaban. Tras ver las mismas caras diariamente, entendí que estaban desempleados. Con escasas oportunidades y frecuentes cortes de servicios, estos jóvenes matan el tiempo charlando en las calles.
Costumbres religiosas y el “método alternativo para matar peces”
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La religión está arraigada en Bangladesh, con más del 90% practicando islam. Esto excluye la carne de cerdo, siendo pollo y pescado sus principales proteínas.
Observé un método peculiar para matar peces: los volteaban y dejaban que “golpearan el cuchillo” solos. Esta práctica, destinada a evitar el asesinato directo, resultaba desconcertante pero curiosa. Es un ejemplo claro de cómo la religión influye la vida diaria.
El río Buriganga: Contaminación inimaginable
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El río Buriganga, principal fuente hídrica de Dhaka, es uno de los más contaminados del mundo. Vi personas bañándose, cepillándose los dientes y lavando ropa en sus aguas. La suciedad era tal que hacía parecer limpio al Ganges.
A pesar de lo repugnante, los locales usan este agua para todo. No supe discernir si era por ignorancia o falta de alternativas.
El caos diario de Bangladesh: Una sinfonía del desorden
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Bangladesh es un país de contradicciones. Con 160 millones de habitantes, es de los más densamente poblados. Su tráfico caótico y bajos ingresos están entre los peores del mundo. Aun así, hay un equilibrio extraño en el desorden, y la gente muestra resiliencia, hallando esperanza en la adversidad.
El reino del curry: Un sabor de Bangladesh
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La gastronomía en Bangladesh se asemeja a la india, con el curry como protagonista. Desde papas, cebollas, hasta arroz simple, todo está bañado en curry. Aunque aromático, los platos son grasosos. Tras algunas comidas, anhelarás algo ligero.
La bebida local es el té, pero no cualquiera: té de jengibre. Beberlo resulta vigorizante, con un toque picante. Sin embargo, el agua local suele tener metales pesados, haciendo imprescindible el agua embotellada. Sin cuidado, los problemas estomacales son inevitables.
Vestimenta tradicional: Sari y lungis
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En Bangladesh, las mujeres usan sari, una prenda tradicional de tela larga que sirve también como manta. Aunque predomina el islam, el código de vestimenta femenino es relativamente flexible. Mientras no muestren demasiado, pueden vestir libremente.
Los hombres usan lungis, una mezcla de túnica larga y falda, usualmente con gorra blanca. Este atuendo tradicional domina las calles, dando un aire auténticamente local.
Transporte: Un museo móvil de vehículos
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Las calles de Bangladesh parecen una exhibición de transporte: autos, buses, rickshaws y hasta carretas humanas compiten por espacio. Los buses públicos carecen de puertas; los pasajeros deben subir y bajar en movimiento.
Los rickshaws verdes son baratos, pero los conductores suelen subir tarifas o tomar rutas largas. Para evitar estafas, conviene acordar el precio antes. Los rickshaws son el transporte más popular, ofreciendo conveniencia y economía en calles abarrotadas.
Luchas económicas: Gran población y economía débil
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Con 160 millones de habitantes, Bangladesh tiene población creciente pero economía frágil. La agricultura sostiene la economía, con más del 60% trabajando en el campo, pero la productividad no sigue el ritmo poblacional. La industria textil mantiene las exportaciones, pero apenas alcanza para sostener la economía.
Los salarios bajos son norma aquí. Muchos ganan menos de 800 RMB mensuales, insuficiente en ciudades como Dhaka. Aunque la comida es barata, un desayuno simple sigue siendo costoso para familias pobres.
Rituales religiosos y “prácticas para matar peces”
Como país mayoritariamente musulmán, Bangladesh evita el cerdo, dependiendo de pollo y pescado. En mercados notarás un método único: voltean el pez y lo dejan “golpear el cuchillo” solo. Esta práctica, para evitar matar directamente, refleja una contradicción peculiar en las costumbres religiosas.
El “extraño paisaje” de Dhaka: Ciudad de contrastes
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Al caminar por Dhaka, verás jóvenes ociosos en las calles. No trabajan ni comercian, solo pasan el tiempo charlando. Esto se debe a la falta de empleo, malas condiciones de vida y cortes frecuentes de servicios.
Un rasgo impactante de Dhaka es la yuxtaposición de riqueza y pobreza. Mientras las calles muestran miseria y basura, encuentras hoteles lujosos y centros comerciales en la misma zona. Este contraste entre ricos y pobres es innegablemente crudo.
Conclusión: El encanto único de Bangladesh
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Bangladesh es un país de contradicciones. Tiene ciudades superpobladas, tráfico caótico e ingresos ínfimos. Aun así, su gente muestra resiliencia, hallando esperanza en el caos. Aunque su presencia global sea mínima, su naturaleza cruda y real deja huella en todo visitante.
Quizás, ese sea el mayor encanto de Bangladesh.