Probé los pasteles de huevo por primera vez en 1998, gracias a El rey de los mendigos de Stephen Chow. En aquel entonces, Hangzhou seguía siendo una pequeña ciudad turística poco conocida. Ni siquiera había oído hablar de los pasteles de huevo. Quería probarlos, pero tuve que esperar hasta 2003, cuando KFC lanzó el pastel de huevo portugués. Para entonces, ya era mayor y mi amor por los dulces se había desvanecido. Así que me perdí la moda.

Los orígenes de los pasteles de huevo y las tartas en general
El término “pastel de huevo” proviene de la palabra tarta, que deriva del francés tarte. Las tartas son pasteles rellenos de ingredientes como natillas, frutas o crema. Vienen en varias formas y tamaños: redondas, cuadradas, finas, gruesas o como prefieras. Algunas tartas incluso pueden parecerse a una pizza.

Aunque las tartas y los pasteles se ven similares, hay una diferencia clave: los pasteles están completamente cerrados, a menudo rellenos de ingredientes salados. Las tartas están semicerradas y diseñadas para exhibir sus rellenos. Esto las hace parecer más refinadas y “burguesas”.

La evolución de la tarta: de salada a dulce
Como sabemos, la realeza europea tomaba la comida en serio. Las tartas, con su diseño abierto, eran perfectas para exhibir rellenos elegantes. Con el tiempo, evolucionaron de platos simples a postres sofisticados. Se dividieron en dos tipos: una versión salada con queso, cebolla y especias se convirtió en la quiche francesa; la otra, dulce y basada en huevo, se transformó en la tarta de huevo al estilo inglés. Este cambio fue impulsado por el comercio global del Imperio Británico, que llevó azúcar a muchas partes del mundo.

Las tartas también cambiaron su base. La vieja masa simple fue reemplazada por un hojaldre más rico y lujoso.

El pastel de huevo portugués: un sabor real y azucarado
Ahora hablemos del pastel de huevo portugués (o pastel de nata). Su historia está ligada a cocinas reales. Se cree que la receta proviene del Monasterio de los Jerónimos en Lisboa. Los monjes usaban claras de huevo para almidonar ropas, dejando excedentes de yemas. Estas yemas se usaban para hacer tartas.
En 1820, una revolución liberal en Portugal lo cambió todo. Convirtió al país en monarquía constitucional y redujo el poder eclesiástico. Con menos huevos disponibles, los monjes vendieron la receta a una refinería de azúcar. Esta refinería abrió una pastelería en 1837 llamada Pastéis de Belém, que sigue operando hoy.

Un detalle único del pastel portugués es su superficie caramelizada. Fue una innovación característica introducida por la refinería de azúcar.

El viaje del pastel de huevo a Macao y más allá
A pesar de sus orígenes portugueses, el auge de estos pasteles en Macao, Hong Kong y China continental poco tuvo que ver con Portugal. Fue un inglés llamado Andrew Stow quien jugó un papel clave. En 1979, Stow se mudó a Macao para expandir su negocio farmacéutico. En 1989 abrió una panadería vendiendo pan europeo. Tras visitar Portugal y probar el pastel original, comenzó a hacer su versión. Su panadería se hizo popular y la moda se extendió desde Macao a Hong Kong y China continental.

Un giro interesante: mientras el negocio de Stow crecía, se casó con una mujer china, Margaret Wong. Tras divorciarse, Margaret abrió su propia tienda, Margaret’s Café e Nata, compitiendo con la panadería de Stow. ¡La historia del pastel de huevo adquirió nueva dimensión con esta rivalidad!
