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¿Por qué Rusia vendió Alaska a Estados Unidos en lugar de a Canadá?

El 30 de marzo de 1867, hace 155 años, Rusia vendió Alaska a Estados Unidos por solo 7,2 millones de dólares (unos 2 centavos por acre). Cincuenta años después, la fiebre del oro en Alaska reportó más de 1.000 millones de dólares en riquezas a Estados Unidos. Además del oro, la región contaba con abundantes recursos como madera, salmón y petróleo. Además, con el advenimiento de la Guerra Fría, Alaska se convirtió en un activo estratégico vital para el ejército estadounidense. Claramente, Estados Unidos sacó ventaja en esta transacción.

La compra de Alaska

La adquisición de Alaska fue orquestada por el secretario de Estado estadounidense William Seward, cuyo nombre lleva la ciudad de Seward en Alaska. En 1867, llegó a un acuerdo con Rusia para comprar el territorio por 7,2 millones de dólares.

¿Por qué Rusia vendió esta tierra rica? ¿Y por qué a EE.UU. y no a Canadá?

Para entender por qué Rusia vendió Alaska, y por qué eligió a Estados Unidos en lugar de Canadá, debemos retroceder al siglo XIX, una época que sentó las bases para la formación temprana de la Guerra Fría, período que los historiadores llaman el “Gran Juego“. Como en Juego de Tronos, los intereses involucraban más que unos pocos tronos.

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El control ruso de Alaska

Entre 1829 y 1907, Rusia y el Imperio Británico mantuvieron una relación hostil. Ambos buscaban expandir su influencia en Asia Central y el Pacífico, lo que llevó a una intensa competencia. Esta rivalidad resultó en varios conflictos militares, el más famoso siendo la Guerra de Crimea (1853-1856). En esa guerra, Rusia enfrentó una alianza de Gran Bretaña, Francia, Cerdeña y el Imperio Otomano. Finalmente, Rusia fue derrotada, con un estimado de 800.000 bajas en el imperio.

Aunque el conflicto fue principalmente en Europa y Asia, tuvo repercusiones significativas en el Pacífico. Tras décadas de exploración, Rusia reclamó Alaska en 1741 y luego estableció su primer asentamiento en Norteamérica el 3 de agosto de 1784. Este asentamiento fue creado por la Compañía Shelikhov-Golikov, una de las organizaciones de comercio de pieles que representaban al Imperio en la región. En 1799, el zar Pablo I fusionó varias de estas compañías para formar la Compañía Ruso-Americana (RAC). Como poderosa entidad corporativa, la RAC tenía el monopolio comercial de los recursos de la región, además de la responsabilidad de establecer nuevos asentamientos y expandir la presencia rusa en el Nuevo Mundo.

Auge y caída de los asentamientos rusos

Cordillera Brooks, Parque Nacional Puertas del Ártico, Alaska.

Para establecer una base en Norteamérica, el administrador de la RAC Alexander Baranov envió a sus hombres hasta el norte de California, donde fundaron un puesto fronterizo llamado Fuerte Ross el 2 de febrero de 1812. La gran visión de la compañía era usar Fuerte Ross como centro agrícola para abastecer de alimentos tanto al fuerte como a los asentamientos del norte de Alaska. Con un suministro estable de comida, los colonos podrían cosechar el producto más lucrativo del Pacífico: las pieles de nutria marina. Estas pieles eran incluso más valiosas que las de castores y focas, y se convirtieron en el sustento de la economía ruso-americana.

Sin embargo, la producción agrícola de Fuerte Ross fue insuficiente, y peor aún, los cazadores rusos sobreexplotaron las nutrias marinas, casi llevando a la especie a la extinción en el Pacífico Norte. Como resultado, Rusia abandonó Fuerte Ross y lo vendió a un colono estadounidense en 1844.

La Guerra de Crimea y la carga de Alaska

Durante la Guerra de Crimea, Alaska se convirtió en una carga para Rusia. Si Gran Bretaña hubiera invadido el territorio, el exhausto ejército ruso habría tenido dificultades para defenderlo. Afortunadamente, los británicos no incursionaron en Alaska durante la guerra, pero la derrota en Crimea hizo que muchos en el gobierno ruso cuestionaran la sabiduría de mantener una colonia tan remota y escasamente poblada, especialmente cuando su principal fuente de ingresos, el comercio de pieles de nutria marina, estaba desapareciendo. Además, los balleneros estadounidenses y británicos frecuentaban las aguas controladas por la RAC, complicando aún más la situación.

Para finales de la década de 1850, Rusia consideró vender Alaska. Canadá, que compartía una frontera de 1,538 millas (2,475 km) con Alaska, podría haber sido un comprador ideal. Sin embargo, en ese momento, Canadá aún no era autónoma y seguía bajo control británico. Vender Alaska a los canadienses habría fortalecido la influencia británica durante el Gran Juego, algo que Rusia quería evitar.

El inesperado aliado estadounidense

En un giro sorprendente, Rusia encontró un aliado inesperado durante la Guerra de Crimea: Estados Unidos. Los periódicos estadounidenses apoyaron abrumadoramente la posición rusa, y aunque el gobierno estadounidense se mantuvo oficialmente neutral, los estados enviaron armas y suministros al ejército ruso.

La amenaza del imperialismo británico

Lago Byers, Alaska: la vista más cercana al Monte McKinley sin estar en la montaña. Durante el cambio de color otoñal en septiembre, esta área explota de amarillo mientras los árboles se preparan para la llegada del invierno. El Monte McKinley es la montaña más alta de Norteamérica con 6.194 metros.

Tanto Rusia como Estados Unidos veían al imperialismo británico como una amenaza. En vista de esto, en 1854, el embajador ruso en EE.UU., el barón Edward de Stoeckl, propuso vender Alaska a Estados Unidos. Aunque el trato no se concretó, no fue hasta después de la Guerra Civil estadounidense que el asunto se retomó seriamente.

El secretario de Estado William Seward, un diplomático excepcional, había abogado durante años por la compra de Alaska. En 1867, Seward llegó a un acuerdo con Stoeckl para adquirir el territorio por 7,2 millones de dólares (equivalente a más de 138 millones actuales). El 9 de abril de 1867, el Senado estadounidense aprobó el acuerdo, aunque el Congreso no asignó los fondos hasta 1868.

La transferencia formal de Alaska

El 18 de octubre de 1867, Alaska se convirtió oficialmente en territorio estadounidense. Desde 1911, los residentes de esta tierra del extremo norte celebran el aniversario de este evento como el “Día de Alaska“.

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